miércoles, 27 de abril de 2016

The booth at the end

Vamos a empezar de nuevo. Vamos a fingir que nunca dejé de escribir este blog de series. Vamos a retomar lo nuestro desde donde lo dejamos. Al fin al cabo, sólo han sido unos mesecillos de Kit-Kat (y las penas con chocolate son menos).

Como ya os dije aproximadamente antesdeayer, tengo debilidad por las series de temporadas cortas, con capítulos igualmente cortos pero muy potentes. En realidad es como un amor-odio, una adicción a algo que te pega un chute muy fuerte pero que se acaba enseguida (la sustancia en sí, porque desde luego los efectos perduran).


Un buen ejemplo de ello es esta serie norteamericana que se estrenó online en 2010 con una temporada de tan solo cinco capítulos de veinte minutos cada uno, y nos regaló una segunda entrega en 2012, de la misma duración. Aunque no sé si deciros que el regalito está envenenado, pues más que revelarse misterios, se plantean nuevas y más interesantes dudas.

Pero vayamos por orden, ¿de qué va la historia? Prefiero no decíroslo. Bajad esas cejas, que no soy la timadora del blog de series. Simplemente, por experiencia personal, creo que es mejor empezar a verla con la menor información posible, maximizando así el impacto que ya de por sí tiene esta producción de bajo presupuesto. Sólo os diré que absolutamente toda la historia transcurre en una típica cafetería americana, en el reservado del fondo (“The booth at the end”, ¿lo pilláis?).

Los hechos se van narrando a través de las conversaciones o entrevistas mantenidas entre varios personajes y un enigmático hombre, un hombre con una libreta y posiblemente sin casa, pues se pasa las 24 horas del día en el bar. A lo mejor es que es español. El misterioso hombre del cuaderno, ese que debe tener el culo plano y una alta tolerancia a la cafeína, está magistralmente interpretado por un para mí hasta ahora desconocido Xander Berkeley. No es fácil mostrar tanta indiferencia e inquietar tanto diciendo tan poco.


Sin hablar directamente de la trama, puedo decir que lo más interesante de esta producción es por un lado su parca puesta en escena, lo cual obliga a que todo el peso recaiga sobre el guion; y por otro lado su manera de explorar los límites morales, el precio que cada uno puede estar dispuesto a pagar a cambio de cumplir sus sueños, profundizando en los miedos y motivaciones humanos.

Seguramente este drama no sea para todos los públicos, entiendo que el plano-contraplano puede hacérsele pesado a un alto porcentaje de espectadores. Hay quien dice que es una serie para saborearla poco a poco, pero mi chico y yo no pudimos evitar tragarnos una temporada por tarde. Tiene mucho gancho, pero eso sí: no esperéis finales cerrados.

Así que os dejo con la pregunta clave: ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar con tal de conseguir lo que quieres? Yo estoy dispuesta a retomar mi blog para poder comentar cada vez con más gente las series que me fascinan (y las que no también, el caso es comentar).

Calificación en IMDb: 8’6


Mi calificación: 8’6