En mi empeño por ofreceros un surtido variado de series con las que llenar vuestros momentos de ocio casero, os traigo hoy una reseña que no voy a negar me ha resultado difícil de calificar, desmenuzar y explicar. De hecho acabé de ver esta serie el fin de semana pasado y aun no estoy segura de haber captado todos los niveles de locura y caos que presenta.
Para intentar entenderla, empecemos por los orígenes: esta serie de BBC América para Netflix no es la primera adaptación que se hace de la trilogía homónima inacabada de Douglas Adams (autor de la Guía del autoestopista galáctico). Dichas novelas son una mezcla de thriller con ciencia ficción y comedia, llenas de situaciones y personajes disparatados. En 2010, la BBC lanzó un capítulo piloto basado en este proyecto, pero no fue hasta dos años después que se emitieron otros tres capítulos, con unos niveles de audiencia muy por debajo de lo esperado por la cadena. Sin embargo, esta nueva adaptación libre de ocho capítulos de una hora parece haber tenido una acogida lo suficientemente buena como para rodar una segunda temporada a estrenar en octubre de este mismo año.
En el primer capítulo vemos cómo un botones de hotel fracasado (Elijah Wood y su cara de eterno alucinado) se ve implicado en un extrañísimo asesinato y es “contratado” como ayudante de un detective holístico. ¿Eso qué é lo que é? Pues según el susodicho Dirk Gently, todo está conectado y se puede resolver cualquier crimen o misterio siguiendo la interconexión fundamental de todas las cosas, por nimias o improbables que parezcan. Para enredar aún más la cosa, este estrafalario detective dice haber sido contratado por la víctima para investigar su propia muerte seis meses antes del asesinato. WTF? Pues eso, que la serie se las trae.
Los protagonistas irán siguiendo una serie de pistas, mentira, se irán dando de morros con una serie de casualidades interconectadas, situaciones absurdas y unos cuantos personajes estrambóticos mientras intentan resolver el asesinato y encontrar a la desaparecida hija de la víctima. Entre la galería de frikis que se encuentran en el camino estos detectives de casualidades, tenemos desde agentes del FBI hasta una asesina holística, pasando por unos anarquistas con curiosas habilidades sensoriales y un largo etcétera de pirados.
A mí por momentos me recordaba a Utopía, por la música, el colorido y esos personajes tan raros y poco agraciados. La presentación sin embargo tiene toques que recuerdan a la de El ministerio del tiempo y a la de Stranger things (toma mash up) y mi amiga Maria la describe como “Doctor Who on drugs”. Esto último tampoco es de extrañar, dado que Douglas Adams fue el guionista de varios capítulos del Doctor y de hecho escribió las aventuras de Dirk Gently como un posible spin-off salido del universo whovian. El parecido es inevitable.
En resumen, el planteamiento de la trama es enrevesado, un caos ordenado en el que las piezas van encajando poco a poco, a veces de manera surrealista y absurda, pero natural en cierto modo. La cantidad de subtramas y personajes puede echar atrás al espectador medio, pero sin duda atrapará a los adeptos a las comedias cósmicas británicas (sí, eso existe). Puede que, como yo, haya momentos en los que ni siquiera entendáis lo que estáis viendo, pero sin duda esta serie tiene algo que engancha y que te obliga a seguir mirando aunque sea para intentar encontrar respuestas. Puede no haber sido mi serie favorita del mundo pero me he reído, me ha descolocado y me ha entretenido hasta el final. Y además me ha dado que pensar: ¿existen realmente las casualidades o todo tiene un porqué? Con esta duda filosófica os dejo, ¡nos vemos por las redes!
Calificación IMDb: 8’6
Mi calificación: 7
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