domingo, 5 de marzo de 2017

Parks and Recreation

Ocho meses después, he decidido retomar este blog por varias razones: me he comprado un portátil que no va a pedales, tengo mi primer domingo ocioso en meses y he terminado una serie que no es nueva en absoluto, pero que me ha encantado y finalizarla ha dejado un pequeño agujerito en mi corazón seriófilo.
Vuelvo pues de mi “breve” retiro para hablaros de Parks and Recreation, una comedia estadounidense de la NBC estrenada en 2009. Se emitieron en total 125 episodios de 20-30 minutos repartidos entre siete temporadas. La última temporada, ambientada y emitida tres años después de la sexta es, en mi opinión, la más floja, no dejando por ello de ser divertida.


La serie nos muestra el día a día de los trabajadores del Departamento de Parques y Recreación (sí, esto existe) de la ficticia ciudad de Pawnee, Indiana. Está filmada en modo “mockumentary” (falso documental), al igual que The Office; de hecho, los detractores de Parks la acusaron de ser un mero plagio de ésta última al principio.
La trama comienza cuando una enfermera local pide ayuda a Leslie Knope, la subdirectora del departamento, después de que su novio (un Chris Pratt gordete, unos años antes de convertirse en el buenorro Starlord de Guardianes de la galaxia) se rompa las dos piernas al caer accidentalmente en el foso de un solar abandonado. La propuesta inicial es convertir dicho solar en un parque comunitario, pero lo que parecía un proyecto sencillo se convierte en una pesadilla burocrática.  Este problema sirve de excusa para que Leslie y su equipo inventen todo tipo de estrategias para lograr superar las múltiples trabas legales que se les presentan y para conseguir que los peculiares habitantes de la ciudad apoyen y financien el proyecto de remodelación del solar.


El guión está plagado de ese humor absurdo que tanto adoro, sostenido gracias a la miriada de personajes que conforman el “universo Parks”, tanto los propios trabajadores del departamento como los estrafalarios habitantes de Pawnee. Los protagonistas son seres humanos defectuosos pero entrañables, que se quieren de forma peculiar, y cuyas opiniones y reacciones resultan surrealistas e inexplicables la mayoría de las veces. Describirlos uno a uno sería innecesariamente largo, simplemente confiad en mí cuando os digo que es inevitable cogerles cariño a todos y cada uno por diferentes motivos.
De hecho, hace poco he leído sobre las “happy places”, series que crean un entorno acogedor para el espectador, haciéndole sentir de algún modo “como en casa”. Suelen ser comedias corales que consiguen que su público se sienta indirectamente incluido en las bromas internas de sus personajes. En mi opinión esta descripción encaja perfectamente con esta serie simpática y optimista sobre unos tipos algo raros en un ayuntamiento local. Es una comedia sin ninguna otra pretensión que hacernos felices durante veinte minutos, y eso siempre es de agradecer.


Parks consiguió un fandom muy numeroso en las redes sociales y fue nominada a distintos premios en multitud de ocasiones, aunque sólo se llevó el Globo de Oro a la mejor actriz de comedia para Amy Poehler en 2014. Sin embargo, al documentarme para escribir esta entrada, me ha sorprendido la cantidad de críticas negativas hacia la serie que he encontrado en medios especializados, pero eso es sólo porque los críticos no tienen ni puta idea. Yo sí, yo toda, por supuesto; hacedme caso y ved la serie, os aseguro que no pasará mucho tiempo hasta que queráis empadronaros en la ciudad de Pawnee: “Primera en amistad, cuarta en obesidad”.


Calificación en IMDb: 8’6

Mi calificación: 9’2

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