En algún momento tenía que
escribir sobre el bombazo de la temporada; todo un éxito de crítica y público,
con mucho ruido mediático y un 9’4 en IMDb. Confieso que he ido retrasando dicho
momento por puro acojone: este fenómeno televisivo tiene tantos adeptos que es fácil
herir alguna que otra sensibilidad, pero es mi deber como bloguera comentarlo y
yo siempre cumplo con mi deber (aplausos de la masa enfervorecida).
Veamos, voy a empezar por lo
fácil. Se trata de una miniserie de ocho episodios de la HBO, de género
policial. El drama se centra en dos detectives del Departamento de Policía de
Louisiana (Woody Harrelson y Matthew McConaughey) que trabajaron juntos en los
años 90. En el 2012, ambos son interrogados por separado sobre su caso más
notorio: el macabro homicidio de una prostituta en 1995 por un aparente asesino
en serie. Mientras rememoran el caso, el pasado y la relación de ambos durante
los últimos 17 años se convierten en el foco principal de la historia, abriendo
viejas heridas sin cicatrizar.
Los protagonistas están enormes,
tan enormes que a veces se pasan y resultan exagerados con esos arrebatos que
les dan y esos acentazos del sur que se gastan. Los diálogos entre ellos son muy
rayantes, llenos de discusiones sobre la fe y la moralidad, dejando claro que
aquí la relación de amor-odio-dependencia entre los dos policías prima por encima de la propia
resolución del caso.
La atmósfera que les rodea es
inquietante, perturbadora pero con una estética tan potente que resulta
hipnótica. Todo es decadencia y desasosiego, violencia y sexo con mujeres que
si no son putas están desequilibradas o ambas cosas a la vez. También hay continuos
guiños al mundo de H.P. Lovecraft, que situaba los cultos paganos precisamente en los
pantanos de Lousiana donde se desarrolla la acción. Los enigmáticos Carcosa, El Rey Amarillo o esa sensación de que el ser
humano es diminuto y no puede llegar conocer todos los misterios del universo,
son puro terror cósmico lovecraftiano.
El resultado final es como una
película de ocho horas, con cuidadísimos detalles técnicos (fotografía,
localizaciones, música, títulos de crédito…) y un guión fuera de lo normal. Tan fuera
de lo normal que, aunque en conjunto me ha gustado, me cuesta creer el éxito
que ha tenido. Es densa y lenta, no apta para todos los públicos. A mí, sinceramente,
me aburrió bastante hasta la mitad del cuarto capítulo, cuando parece que la
acción comienza a aumentar. A partir de ahí ya mi paciencia se vio recompensada,
al menos hasta llegar a ese final tan repentino y que deja tantos cabos
sueltos, y a esos últimos diez minutos absolutamente desconcertantes, como
cortapegados de otra serie.
Ahora la idea es hacer más
temporadas que sólo compartirán título y guionista; tanto el reparto como la
trama y el director cambiarán. Hay mucha rumorología sobre la segunda temporada
(ya confirmada), pero al parecer tendrá tres protagonistas y se rodará en
varios rincones desconocidos de California. En principio se contará la historia
oculta del sistema de transporte de EEUU y aparecerán mujeres duras y hombres
malos. El casting aun no ha empezado, pero se baraja el nombre de Brad Pitt
como secundario (no como protagonista como se decía hace tiempo). Pase lo que
pase y actúe quien actúe, no me cabe la menor duda de que el primer episodio romperá
todos los records de audiencia. Cría fama y échate a dormir.
Yo todavía albergo la esperanza de que Pitt sea uno de los principales... Una razón más para engancharse a la segunda
ResponderEliminar