En verano cambian nuestros
hábitos televisivos y con ellos baja el listón de las series. Las cadenas no se
arriesgan y lanzan productos “del montón”, para pasar el rato sin pena ni
gloria. Es el momento de los guilty-pleasures, de los rollos de verano, de los
pasatiempos vacíos de significado.
Dentro de ese grupo de rolletes
sin importancia os recomiendo esta serie que sólo ha sido emitida de marzo a
mayo, dejándonos 7 episodios de 20 minutos que se pueden ver perfectamente del
tirón, como quien come pipas. Fox decidió cancelarla en primavera para dejar
paso a otras novedades en la parrilla, a pesar de tener a la crítica de su
parte (en IMDb le dieron un 8’6).
El susodicho Jack es un oncólogo,
ex-militar y padre de dos adolescentes: un pringadete y una chica popular. Cuando
su mujer decide volver a la escuela de leyes le tocará ejercer de padre a
tiempo completo, empleando métodos educativos muy poco ortodoxos.
Se trata de una comedia fácil y entrañable
ambientada en la California de los 90, que usa todo el potencial para la
humillación que supone la época de la adolescencia. Esto se notará sobre todo
en las aventuras del hijo pringado y sus dos amigos: un sudamericano y un
inadaptado con problemas de ira, a los que Jack manejará con su personal
estilo.
El padre me recuerda mucho a un
amigo mío (los que le conocéis lo sabréis enseguida), no sólo físicamente sino
también por lo insensible que aparenta ser. Totalmente enamorado de su esposa,
digamos que los hijos son un daño colateral para estar con ella. Pero al final
se le coge cariño a este tipo duro.
Dejad que la familia Dunlevy os entretenga un poco este verano. No os dolerá y estoy segura de que logrará sacaros más de una sonrisa, como ese guiri con el que os liasteis el verano de vuestros 15 años y del que ya ni siquiera recordáis el nombre ;)
Me anoto la sugerencia, tiene buena pinta!
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